Neveros
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Neveros, casas o pozos de nieve son algunos de los nombres que reciben las antiguas construcciones de piedra excavadas en la tierra dedicadas al almacenamiento de la nieve para su posterior transformación en hielo y su aprovechamiento o comercialización para usos terapéuticos, de conservación de alimentos o fabricación de refrigerios.
Durante siglos, y hasta el fin de la Edad Moderna (s. XVIII), los neveros situados en nuestro municipio abastecieron de hielo a la población y clero tanto local como provincial.
Abandonados desde hace 200 años, actualmente se conservan en nuestro municipio, gracias a su reciente recuperación, dos "casiñas da neve".
El origen de estas estructuras hay que situarlo en la “Pequeña Edad del Hielo”, definida por la NASA como el período de tiempo comprendido entre mediados del siglo XVI y comienzos del XVIII.
Desde 1550, y hasta 1850, la temperatura media del hemisferio norte descendió aproximadamente 1º C, derivando en una mayor cantidad de nieve que llegó a sierras de menor altitud.
Este hecho impulsó, por parte de las distintas instituciones (fundamentalmente religiosas y monasterios cistercienses), la construcción de “pozas” y “neveiras”.
Existe documentación contrastada de los siglos XVII-XIX donde se informa de la existencia de “pozos de la nieve” en la Sierra de Cabeza de Meda.
Durante siglos, y hasta el fin de la Edad Moderna (s. XVIII), los neveros situados en nuestro municipio abastecieron de hielo a la población y clero tanto local como provincial, siendo dos de ellos propiedad del Monasterio de Santa María de Xunqueira de Espadanedo, uno de la ciudad de Ourense, y el resto pertenecientes a otros monasterios de la Ribeira Sacra, como el de Santa Cristina o Santo Estevo, así como a particulares.
Construidas en piedra, existen dos tipologías, aunque son indisolubles y están estrechamente relacionadas. Las “pozas” son estructuras anexas a las “neveras”, teniendo como fin la recolección de la nieve recién caída antes de que el sol o la lluvia la derritiesen.
Esta nieve es la que se trasladaba posteriormente a la construcción adyacente con el nombre de “nevera” para ser almacenada, alternándola entre capas de paja que ayudaban a la correcta preservación del hielo, algo esencial para su consumo y uso durante los meses estivales.
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